30 de enero de 2016

Un cuento por la Paz


CUENTO POR LA PAZ
 Colegio Cristo Rey - Curso 2015/2016

Érase una vez un niño que se llamaba Pablo. Tenía ocho años, el pelo moreno con algunos reflejos dorados por el sol, los ojos verdes, grandes y unas gafas rojas. Era alto para su edad y lo que más le gustaba era ir al cole, donde jugaba al fútbol en el recreo con sus amigos, comer macarrones con tomate y quesito y estar con su familia.

Pablo vivía en un país llamado Siria, donde había guerra. Por si no lo sabéis la guerra es cuando algunas personas se pelean y hasta hay gente que muere. Ahora la casa de Pablo no se parece nada a como era antes.

Era una casa pequeña, pintada de color banco y con un desván azul. Tenía escaleras de color amarillo y su mascota era un hámster que se llamaba Nieve.

Cuando empezó la guerra, Pablo y su familia tuvieron que abandonar su casa, sólo pudo coger a Nieve, algo de ropa, un poco de comida, y los ahorros que tenían guardados.

Su padre cogió el viejo coche que guardaban en el garaje y condujo durante horas huyendo del horror de la guerra. Cuando se acabó el depósito de gasolina se quedaron parados en la carretera y tuvieron que continuar a pie.

Por suerte, no habían recorrido demasiados kilómetros cuando un camión de ayuda humanitaria se detuvo junto a ellos.

El señor que conducía se llamaba Enrique, era bajito y le quedaba poco pelo en la cabeza, aunque lo compensaba con su enorme bigote de color gris.

Para Pablo y su familia ver a Enrique fue casi como ver un ángel, que podía cambiar sus vidas. El camión iba llenísimo de personas que se encontraban en la misma situación y también de cajas de medicinas, agua, alimentos, algunos juguetes para los más pequeños, ropa y zapatos.

Pablo se sentó al lado de un muchacho que se presentó cono Jorge, era un misionero español que se había marchado de su país para ayudar a las víctimas de la guerra y le explicó a Pablo que se dirigían hacia un campo de refugiados. Jorge también de pequeño pasó algún tiempo en uno.

Un campo de refugiados es un lugar donde las personas que viven en países donde hay guerra pueden quedarse a vivir durante un tiempo hasta que la situación mejore. Había personas de todas las edades, también niños de la edad de Pablo y hasta habían improvisado para ellos una escuela en una carpa, donde Jorge y otros misioneros daban clases de matemáticas, lengua, plástica y religión…

Al principio a Pablo no le gustaba aquel lugar, echaba de menos su casa, su cama, su baño, todas sus cositas, y a sus amigos, pero sabía que era lo mejor para él.

Pasaba los días y Pablo comenzaba a adaptarse a aquel improvisado hogar, incluso llegó a hacer un grupo de amigos/as con el que, cuando terminaban las clases, se divertía jugando a las chapas, a las cartas, a las canicas, y al fútbol con una botella de plástico.

Era un miércoles por la mañana temprano cuando sonó la sirena que anunciaba reunión urgente en la carpa central. Pablo y su familia al igual que todos los refugiados allí, esperaban nerviosos las noticias que Jorge y el  resto de misioneros les iban a dar. No eran buenas. Aquel ya no era un lugar  seguro para ellos y se tenían que marchar inmediatamente. En ese momento, se empezaron a divisar aviones que comenzaron a lanzar bombas al campo de refugiados y todos comenzaron a gritar y correr asustados. Pablo perdió de vista a su familia y Jorge se hizo cargo de él. Todos los que pudieron se montaron en los camiones que había y se dirigieron hacia la costa.

Cuando llegaron a la costa se encontraron con una agradable sorpresa, había un ferry con ayuda humanitaria atracado en aquel puerto. La ayuda humanitaria es un servicio que ofrecen algunas personas a otras de forma solidaria.

Los refugiados empezaron a bajar de los camiones y Pablo, que estaba muy asustado, comenzó a buscar a su familia. De repente vio a una persona que se parecía a su padre y fue corriendo en su búsqueda. ¡Qué desilusión! Ese hombre era un extraño y Pablo se puso a llorar. Jorge al ver al niño llorando lo  cogió en brazos y se dirigieron al ferry. Muchas familias corrían en dirección al barco, cuando una sirena avisó de que la embarcación estaba a punto de zarpar.

Jorge llevó a Pablo a su camarote donde lo acomodó para que se tranquilizara. El niño calló rendido en la cama y tuvo una terrible pesadilla. Soñó que su padre había fallecido porque no pudo montarse en el camión y un misil le impactó de lleno. Angustiado dio un sobresalto y se dio cuenta de que había sido sólo un sueño. Se levantó y empezó a buscarlo por todo el barco.

El barco era viejo pero grande a la vez. No era el barco más lujoso y seguro que podía imaginar, pero sería su salvación. Los camarotes eran muy pequeños, húmedos y oscuros, la cubierta del barco estaba llena de gente y Pablo seguía buscando incesante a su familia. Horas más tardes corriendo por la proa del barco se chocó con Enrique que estaba buscándolo para decirle la buena noticia. Sus padres habían embarcado pero se encontraban en la bodega, que era el hospital del barco. Bajó rápidamente a buscarlos y se abrazó fuertemente con ellos.

Tras una semana de travesía más o menos tranquila, el tiempo empeoró y una fuerte tormenta se acercó a donde se encontraba el barco. El viento empezó a soplar con mucha fuerza y el buque parecía que iba a volcar en cualquier momento. Pablo y sus padres fueron a babor a buscar algún bote para poder salir de allí. Todo era un caos. Muchas familias corrían por la cubierta del barco, en busca de más embarcaciones pues el barco ya había comenzado a hundirse.

El último bote en ocuparse fue el que se encontraba en la proa del barco, demasiado lejos de donde ellos estaban. Ya no podían salir de allí...
- ¡Al agua! ¡Al agua ya! Se escuchó una voz a sus espaldas.

Era Jorge, verbalizando lo que irremediablemente era la única salida. Las lágrimas en sus mejillas se mezclaban con el agua salada que las olas lanzaban furiosas contra ellos. Saltaron los cuatro casi al mismo tiempo, las olas les golpeaban una y otra vez y ellos luchaban por mantenerse a flote. Pablo, siendo tan pequeño, fue el primero en agotar sus fuerzas. Comenzó a hundirse y se abandonó a la evidencia del final de sus días.

Mientras la luz del cielo se veía cada vez más lejos y el azul del mar lo iba engullendo pensaba en todos los buenos momentos que había vivido con sus amigos deseando que todo esto nunca hubiera ocurrido. Deseó que no hubiera guerra, deseó que los mayores, igual que hacen los niños, pudieran perdonarse con solo un beso, con un abrazo. Pensó en su familia, en Nieve, en sus amigos, en su cole, en su casa...

De repente algo tiró de él hacia arriba. Era una mano grande y fuerte, agrietada por el trabajo pero tierna a la vez. Era Jorge. Le estaba salvando la vida. Cuando Pablo salió a la superficie una bocanada de aire limpio le devolvió las fuerzas y la esperanza de vivir.

A lo lejos se veían unos focos de luz blanca que se movían de un lado para otro señalando al agua y pudo distinguir una, dos, ¡no! al menos diez embarcaciones que se aproximaban hacia ellos. Era una patrulla de guardacostas de la policía española y Pablo pudo distinguir entre las voces las de sus padres gritando su nombre, ambos habían sido rescatados y estaban bien.

Pablo aún en el agua, se giró para abrazar a Jorge. ¡Estaban a salvo! Pero cuando lo hizo se dio cuenta de que estaba solo. Jorge ya no había salido a la superficie. Había dado su vida por él.

Así Pablo llegó a España, a Sevilla concretamente y se escolarizó en el colegio Cristo Rey donde recibió una formación cristiana. Cuando acabó el cole fue al instituto, y luego a la Universidad donde estudió una carrera. Podría haber comprado una casa, un coche,… Pero decidió vivir en la humildad y entregar su vida por los demás así que se hizo misionero para así poder ayudar a los niños que pudiesen encontrarse en la misma situación que él había vivido de pequeño, como hizo Jorge con él al que nunca jamás olvidó y siempre llevó en el corazón.


Nota del profesorado: La historia de Pablo es fruto de vuestra imaginación y no es real. O sí. Cada día cientos de refugiados se echan al mar huyendo del terror de la  guerra y en busca de un futuro mejor. No podemos permanecer impasibles a esta realidad. Vosotros, niños de Cristo Rey, sois el futuro de la humanidad. Decid no a la guerra. Decid no a la violencia y sí, sí, sí al amor y al perdón. No hay camino para la paz, la paz es el camino.

"Cuento realizado entre todos los alumnos del colegio"

15 de enero de 2016

21 de enero, día de la Madre Inés


Gracias Jesús, por Madre Inés de Jesús,
por su vida entregada a Ti y a tu reino.
Ella, humilde y sencilla, con tu fuerza
Vivió tu mandamiento  de amar al prójimo,
haciendo el bien , ayudando, atendiendo a los enfermos y a los pobres.
Ayúdanos Jesús a ser tus amigos y a vivir haciendo el bien a todos.

13 de enero de 2016

Nuevo año, nueva web





Desde el colegio os queremos desear un muy feliz año 2016 y os invitamos a conocer la nueva web del centro.

Un espacio de encuentro para la comunidad educativa. Más accesible, más intuitiva, más cercana.